Terminaste pintando tu cara de un color insignificante, uno poco brillante. Que tu máscara te delataba, no te ocultaba. El tiempo pasa y te abraza, cerraste la puerta de tu habitación sin sentirlo, pero no encerraste tu dolor y escapó. Te perdiste entre cuatro paredes que ahora ya retumbaban, sonaban, se acentuaba la soledad. Ahora ya solo desnudaba su cuerpo, pero no podía limpiar su alma. Se encontraba vacía. Sus sentimientos se esconden, caen a un vacío y hace daño no encontrarlos. Que tomaste el viento y lo hiciste tuyo, que aprendiste a volar; pero las direcciones te distraen. Te perdiste en el humo de la ciudad.
todavía nos queda fuerza. . .
pero necesitamos fe. necesitamos creer.